Jaime Ruiz
Desde la localidad de Briones, un pequeño pueblo de la Rioja Alta, os invito a descubrir mi pasión por el vino y la música. Soy Jaime Ruiz, y en cada botella que elaboro, se entrelazan tradición, dedicación y el legado de mi familia.
Mi bisabuelo Manuel cultivaba sus viñas con esmero y regentaba «El Mesón», una posada en Briones que acogía a los tratantes de vino que llegaban en ferrocarril.
Desde niño, me sumergí en este mundo, ayudando en la vendimia y aprendiendo el arte de la maceración carbónica en los tradicionales lagos de hormigón.


Elaboraciones limitadas
Elaboro vinos en pequeñas cantidades. Cada año, embotello menos de 1.500 botellas, cuidando cada detalle para que el vino exprese con honestidad su origen y su esencia.
La vendimia es manual, respetando los ritmos de la viña y seleccionando con mimo cada racimo. No hay prisas, solo paciencia y respeto por la tierra.

El origen de Troqueao
Desde niño, he colaborado con vecinos y amigos en la elaboración de vinos en los tradicionales lagos de hormigón, ayudando en la recogida de la uva, el pisado y el trujal, siguiendo el método de maceración carbónica que siempre se ha hecho en mi tierra.
En 2019, sentí que era el momento de emprender mi propio camino. Con dos barricas nuevas y una viña –lo que antes llamaban un majuelo– heredada de mi abuelo, me lancé a esta aventura. Así nació Troqueao 2019, mi primer vino, fruto de la ilusión, el respeto por la tradición y las ganas de crear algo propio.
Briones, tierra de viñedos y tradición
Mi bodega se encuentra en Briones, un pueblo con alma vinícola en plena Rioja Alta, donde la tradición y el viñedo han ido siempre de la mano. Esta tierra privilegiada, bañada por el Ebro y rodeada de viñas centenarias, ha dado lugar a vinos que han marcado generaciones.
El secreto de su calidad reside en un equilibrio perfecto: un clima continental con influencia atlántica, suelos arcillo-calcáreos que aportan estructura y mineralidad, y una altitud que permite una maduración pausada de la uva. Los vientos frescos que recorren la zona en verano ayudan a mantener la sanidad del viñedo, favoreciendo una vendimia en su punto óptimo.